Todos tenemos claro, o deberíamos tenerlo, que una buena alimentación es una necesidad básica y clave para todos los seres humanos, para crecer, desarrollarse y mantener una buena salud.
Para ello se requieren un aporte de nutrientes adecuados según la actividad personal, edad, sexo, forma de vida….
Según vamos creciendo las necesidades van cambiando.
Los primeros siete años de vida son clave para mantener una buena salud el resto de nuestra vida.
Necesitamos una forma de alimentarnos lo más equilibrada posible, que nos ayudará a crecer y desarrollarnos de una forma sana y con vitalidad.
Cómo es un niño sano:
- Es feliz, activo y con ganas de jugar
- Aumenta de peso de forma adecuada
- Duerme y descansa bien
- Tiene buen apetito, no tiene problemas intestinales ni estomacales
- Es creativo.
El problema que tenemos los padres en la actualidad es el bombardeo al que nos tienen sometidos en la tv y en cualquier medio de comunicación.
Sobre todo nos ofrecen gran cantidad de alimentos procesados que nuestros niños desean por encima de todo, comidas ricas en colesterol, grasas saturadas, azúcares rápidos, mucha sal y estimulantes, que en algunos niños provocan reacciones extremas a todos los niveles.
¿Sabes que 1 litro de bebida con gas y azucarada, contiene 18 cucharadas de azúcar?
El azúcar des mineraliza el sistema óseo y trastorna a nuestros niños.
Siempre que hacen algo bien los premiamos con una golosina o un dulce, chocolate, pasteles, galletas…Luego nos quejamos de que el niño es hiperactivo, tiene falta de concentración, esta cansado, débil, con estrés, no puede dormir por la noche, se constipa, sufre sobre peso, colesterol, diabetes, caries….
Todo esto y mucho más es la consecuencia de un consumo regular de azúcares refinados en la dieta.
No estamos diciendo que debemos eliminar esos dulces de la dieta, no hay nada peor que prohibir algo a una persona, pero si dejar esos dulces para un día especial, no como norma diaria.
Necesidades diarias de energía.
Al salir de clase por las tardes, el niño necesita descansar y desconectar del día. Para ello vamos a prepararle una merienda que le ayude a conseguirlo.
Sugiero algo ligero y en poca cantidad, para que no les quite el hambre para la cena.
- Evitaremos la bollería, pastelería, chocolates… pues esto les puede generar hiperactividad y estrés a esas horas, y no nos interesa.
- Podemos optar por:
- Una pieza de fruta
- Un zumo natural de fruta
- Unos frutos secos y semillas
- Un batido de frutas
- Galletas de arroz
- Arroz con leche vegetal casero
- Una rebanada de pan sin gluten con compota de frutas o paté vegetal
La cena debe ser ligera, algo de verduras, no es nada fácil dar verduras a un niño, por ello podemos optar por purés, verduras sabrosas que les gusten, algunos días patatas asadas, sopa con fideos sin gluten.
Pescados blanco y azul, hamburguesas vegetales de tofu, arroz y verduras, algunos días huevo y pizza una vez a la semana.
La carne la dejaremos mejor para la comida de medio día, mejor carne blanca de pollo y pavo ecológicos, sé que no siempre es posible que los alimentos que consumimos sean bio y ecológicos, pero ciertos alimentos como las carnes y los cereales deberían serlo.
Los beneficios de una cena ligera y temprana, sobre las 20,30h son muchos:
- Tendrá hambre
- Podrá disfrutar de la cena sin dormirse en la mesa
- Se creara armonía entre el niño y los padres
- Podrá digerir la cena más fácil
- Podrá dormir más relajado y levantarse con energía
- Tendrá ganas de desayunar
- Se sentirá relajado, alegre y descansado con ganas de emprender un nuevo día
- Emocionalmente se sentirá mejor y podremos entender cómo se siente de forma más fácil
- Tendrá claridad mental y podrá afrontar mejor el día a día escolar.
Después de la cena se les puede alegrar con un trozo de bizcocho casero, galletas de arroz caseras.
Si quieres tener felices y relajados a tus hijos ten en cuenta las recomendaciones anteriores.
Maribel Ortells cursó estudios de Auxiliar de clínica en Cruz Roja, pero pronto descubriría su verdadera vocación.
Años después su hija Marta de 11 años, sería diagnosticada de fibromialgia juvenil severa y fatiga crónica en un grado muy severo. Ante esta situación decidió llevar a cabo un proyecto de estudio de la enfermedad para poder tratar a su hija.
Cursó estudios de dietética y nutrición en la escuela Censana de Barcelona. Actualmente cursa estudios de Nutrición Ortomolecular en Plaskett International College.
Con el paso de los años ha escrito varios libros de nutrición aplicada a diversas enfermedades entre ellas fibromialgia, fatiga crónica, migraña, enfermedades reumáticas, colon irritable y cáncer.